Algo tenemos los humanos que queremos considerarnos unas máquinas de constante productividad. Parece que "lo normal" es que nunca paremos de escalar en dirección a nuestros objetivos personales y profesionales. Queremos siempre estar al 100, siempre brillar, y el único momento en el que quizás nos detenemos un poco a cuidarnos y escucharnos es cuando caemos enfermos. Al primer síntoma de cansancio, irritación o nostalgia, rápidamente recurrimos a la cafeína, al azúcar, al ibuprofeno o al paracetamol. Queremos rápido "salir del bache" y retomar la productividad, el brillo, la marcha cuesta-arriba. Se nos olvida que no somos máquinas, que no siempre se puede estar al 100, que no hay planta en la naturaleza que florezca todo el año ni luna llena que dure todo el mes. Ciclos. Se nos olvida, o lo ignoramos, pero los humanos no estamos exentos de los ciclos, de los ciclos naturales, de los ciclos de nuestra naturaleza animal. No somos máquinas, somos personas, somos animales, somos naturaleza. Está bien estar triste, está bien no tener ganas, está bien estar cansado. Tendremos que aprender a querernos aunque no seamos esas máquinas productivas que quisiéramos ser. Tendremos que aprender a abrazar nuestros ciclos, a amar nuestros ciclos, a amarnos completos.
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la imagen es de Women Who Farm